martes, 30 de junio de 2020

El mismo sueño

Todas las noches tengo el mismo sueño, me transformo, me crecen dos hermosas alas. Y me miro en el espejo y sonrío.
Salgo a la calle y despliego mis alas y emprendo el vuelo hacia ti. Vuelo en la noche, bajo las estrellas. Mi corazón me guía, aunque estés en el fin del mundo, en el lugar más escondido, siempre oigo los latidos de tu corazón.
Y así, llego volando hasta ti, nos abrazamos y te sujeto a mí, unidos sobrevolamos las nubes, mientras nos amamos bajo las estrellas, sujetos por fuerzas invisibles.
Nuestros cuerpos unidos, cubiertos por mis alas, amándonos, besos, caricias, lágrimas de gozo, hasta llegar al éxtasis.
Descendemos abrazados y nos acostamos en tu lecho, mi cabeza sobre tu pecho, felices durmiendo juntos.
Por la mañana me despierto sola en mi habitación y mis alas han desaparecido.
Miro el reloj y deseo con toda mi fuerza que llegue la hora de mi sueño, para volver contigo. SIEMPRE CONTIGO.


Autora: Olga González Sobrín

lunes, 29 de junio de 2020

La leyenda

Cuenta una leyenda que hace mucho tiempo existió un matrimonio muy enamorado. Ambos habían tenido sus vidas, con sus más y menos. Antes habían tenido otras parejas y sus momentos felices, con llegada de hijos, pero la mala fortuna, la desdicha, el desamor hizo que nuestros protagonistas tomarán diferentes rumbos.
Él convertido en un lobo solitario, siguió centrado en su trabajo, aunque su corazón se sentía incompleto.
Ella luchaba día a día, trayendo el pan a casa, cuidando de sus retoños pero su soledad hacía que su corazón se entristeciera. No era afortunada en el amor, y con la fuerza de una loba seguía adelante pese a todo.
En las noches ambos aullaban a la Luna sus temores, sus necesidades, contándole su eterna lucha.
La luna viéndolos a ambos y profundizando en sus corazones, comprobó que ambos estaban destinados, se llevaban buscando mucho tiempo y estaban a punto de echar la toalla.
La Luna profundizó en sus corazones, comprobó que ambos estaban destinados a unirse. La Luna con su magia tiro del hilo rojo que los unía hasta que el destino los puso en frente. Ambos se miraron, sus corazones latieron en una misma melodía, y al tocarse sintieron que se conocían de toda la vida.
Desde aquel momento, la pareja se profesó incondicional amor, con tanta ternura y complicidad que sin palabras se entendían. Cada día era una aventura, una alegría tras otra, se amaban con locura, decidieron vivir solos sin riquezas, pues la mayor de ellas ya la tenían.
Pasaron los años y, siempre bajo la atenta mirada de la Luna, fueron envejeciendo manteniendo intacto su amor.
Y llegó el momento del dolor. Él se fue y ella lloraba, todos los días iba a su tumba, y enterraba sus manos en la tierra. Y un día, con sus manos enterradas allí, su corazón se paró.
La Luna no pudo con esa visión, llorando sobre ellos, provocó que la tierra se removiera. Brotaron raíces que cubrieron el cuerpo de ella.  Empezó a crecer un árbol: era él y en sus ramas la cogió a ella, formando un solo tronco.
Y así fue, como la Luna hizo que los amantes estuvieran juntos de nuevo para toda la eternidad.
Nadie sabe el lugar, pero ellos siguen allí, con su amor incondicional hasta el fin de los tiempos y siempre bajo la atenta mirada de la Luna.



Autora: Olga González Sobrín

viernes, 26 de junio de 2020

La maniquí del escaparate

Todas las noches el hombre se detenía frente al mismo escaparate, se había enamorado de una maniquí. Le contaba como había transcurrido el día, los lugares que había visitado, que restaurante estaba de moda o quién había sido detenido. Ella lo escuchaba detenidamente.
Todas las noches ellos tenían su cita, no fallaba, siempre a la misma hora. Empezaba con un "Buenas noches mi Dama. ¡Qué bella está usted hoy!" y seguía contándole lo mucho que la extrañaba, que no podía olvidar su sonrisa y su mirada, las cuales lo acompañaban durante el día.
Todas las noches se le declaraba y planeaba una vida, como sería despertar juntos, el desayunar por la mañana, el beso en su salida hacia el trabajo. Hablaba y soñaba delante de aquel cristal que los separaba pero no evitaba el amor que sentía por ella.
Todas las noches puntual a la cita, admiraba su belleza, su bella figura, su saber estar y la promesa de que el día que estarían juntos estaba cerca, tanto, que ya respiraba su perfume, que ya sentía su cálida piel con el roce de su mano.
Y una noche, él ya no se presentó frente al escaparate, su hueco quedó vacío. Ya no se oían sus palabras, ni sus suspiros por ella. Pero al otro lado del escaparate el maniquí tampoco estaba.
Por fin, fiel a su promesa, ambos huyeron hacia la felicidad prometida, no miraron atrás. Juntos desaparecieron por las oscuras calles de la ciudad, persiguiendo su sueño.



Autora: Olga González Sobrín

miércoles, 24 de junio de 2020

Esperando mi llegada


En nuestra habitación esperabas mi llegada. Para mi sorpresa te encontré desnudo en la cama. Sonreíste al ver la expresión de mi cara. Me acerqué a ti sin temor. Me sentí morir y me estremecí ante tu cuerpo musculado.
Creí desvanecerme cuando te aproximaste a mí. Me cogiste por la barbilla y besaste mis labios, primero delicadamente y después con deseo. Tus manos recorrían mi cuerpo deslizándose  entre mis prendas, tus labios tatuaron besos de fuego sobre mi piel.
La habitación se volvió un volcán. Era tal intensidad de calor que emanaba de nuestros apasionados cuerpos que nuestras almas ardieron, fundiéndose en la noche.
Al amanecer, exhaustos, nos abandonamos en brazos del sueño y entramos en nuestro paraíso.



Autora: Olga González Sobrín

martes, 23 de junio de 2020

Somos uno

Somos dos en uno, porque mi piel se une a la tuya. Respiro el aire que tú respiras, mi corazón acompaña a tus latidos y mis pasos te siguen.
Me uno a ti bailando una hermosa danza. Mi cuerpo se pega al tuyo. Va y viene contigo, suspirando, temblando, pleno de emociones.
Siento un ahogo cuando pienso en tu lejanía. Voces que intentan separarnos, llenos de celos y envidias. Odios infundados pero bailo, sí, me muevo con nuestra canción, atrayéndote hacia mí.
Uso la magia del amor, ésa que existe entre los dos, la que nos hace bailar y mecernos mutuamente, que nos envuelve en ternura y cubrimos de besos.
El hechizo que nos tiene unidos manteniendo una atmósfera de paz ajena al exterior. 
Sólo te veo a ti, sólo siento por ti. Río, lloro, sueño, danzo, amo y todo por ti.
Abrazado a ti, tu calor me recorre excitado para abandonarme en tus brazos y sentir tu amor una y otra vez. Y en el éxtasis del momento sólo sé gritar: “Te amo”.


Autora: Olga González Sobrín

lunes, 22 de junio de 2020

Cuando no estás


Camino por la calle, cruzándome con la gente y es a ti a quién veo, tu imagen me sigue allá donde vaya.
Cuando regreso a casa, deposito todo lo que he traído, respiro profundamente y me pongo con mis tareas cotidianas, pero sigo notando tu falta.
Recorro el mueble del salón mirando las fotografías donde aparecemos los dos abrazados y sonriendo. Ver tu imagen me hace feliz, aunque reconozco que alguna lágrima se me escapa.
Llegada la noche, me pongo un pijama tuyo y me meto entre las sábanas con tu foto a mi lado. Sueño con tu regreso, sueño que estamos juntos en casa con nuestras risas y juegos. Cuando despierto veo que no estás, pero me levanto y tacho otro día en el calendario. Sonrío, ya queda menos para tu vuelta, mi amor.


Autora: Olga González Sobrín

domingo, 21 de junio de 2020

La chica de ayer

Han pasado los años, muchos la verdad. Mi piel está llena de arrugas, mi pelo encanecido, mis articulaciones desgastadas, mi corazón ya me ha dado algún sustillo. Me dicen que estoy mayor, me río, ¿mayor?
Voy contracorriente, me encanta vestir juvenil, me gusta enjoyarme. ¡Oh, sí! Mis collares, anillos, pendientes, tengo un gran joyero donde me pierdo en las mañanas antes de salir. 
Siempre me gusta ir perfecta, pero perfecta para mí, yo marco mi estilo, soy y seré coqueta hasta la muerte. 
Os haré una confesión, tengo 84 años, pero cuando me miro en el espejo sólo veo el reflejo de una joven de 24 que hay dentro de mí, una chica divertida, soñadora, a la que le gusta vivir, que va a bailes de salón, pasea por el parque y cuando se cruza con un caballero, baja la mirada y sonríe coqueta.
Por eso me río cuando me dicen que soy mayor. Sí, lo soy en años pero yo sigo siendo aquella dulce chica, coqueta y soñadora de ayer.
Uno no es viejo por la edad, sino por cómo se siente en su interior, y yo sigo siendo la chica de ayer.


Autora: Olga González Sobrín

sábado, 20 de junio de 2020

Vida de alcohol

Rezo todos los días para que llegue mi final, ya no aguanto con el dolor. Tengo el alma desgarrada. No tengo hogar aunque un día lo tuve, pues, recuerdo mi infancia correteando por la casa detrás de mis hermanos. ¡Qué tiempo tan feliz!
Recuerdo mi adolescencia, mis amigos, mis primeros amores... Sí, tuve mi propio hogar, mi familia y hoy me encuentro aquí, tirado en un rincón.
Duelen en mi alma todos los errores que he cometido, el daño que hice. Y aunque el arrepentimiento viene conmigo, perdí toda opción a ser perdonado. 
Lo he intentado pero me he encontrado con todas las puertas cerradas. Desde lejos he seguido su felicidad, veo que mis hijos se han hecho adultos, que tengo nietos. Y yo lloro en mi interior por haberlos perdido.
Pensar en ello me desgarra el alma, mas no lo puedo evitar. ¡Maldito el día que tomé la primera copa! Sí, mi perdición ha sido la bebida. Todo comenzó con un vaso a media mañana, otro día antes de comer, al siguiente por la tarde, y así sucesivamente, hasta que los vasos se incrementaron para pasar a botellas.
Llegó el día que cometí tales desastres en el trabajo que me pusieron en la calle sin miramientos. Llegaba borracho a casa y me encendía de tanta ira cuando me contradecían. Un día se me escapó la mano y la abofeteé, me quedé sin habla, no me reconocía, ella salió huyendo a la habitación, mientras lloraba. Me acerqué a la puerta y le pedí perdón. Al día siguiente, al verle su ojo morado, me moría de remordimientos y me refugié en la botella.
Aquella no fue la primera, siguieron más palizas, hasta que un día ella llamó a la policía y me echó de casa y de su vida.
Seguí mi camino, mendigando para beber. Borracho me llamaban. Yo me reía pero por dentro lloraba.
Han transcurrido los años y he visto la felicidad de mi familia de lejos, son felices sin mí. Siento tanto dolor que no quiero seguir viviendo, mi vicio me convirtió en un ser aborrecible, y ahora estoy donde me merezco estar.
Quise pedirles perdón muchas veces, pero era invisible para ellos y lo entiendo, les hice mucho daño.
¡Dios mío, cómo quisiera una segunda oportunidad!
Me imagino cómo sería mi vida si no me hubiera dado a la bebida. Tendría un trabajo en que habría ascendido, una mujer hermosa y amorosa, unos hijos admirables y nietos jugando en mi entorno. Un hogar tan cálido, tan lleno de paz y armonía, un refugio de amor.
Lloro e imploro para que llegue mi final,pero para castigo sigo aquí tirado, provocando repulsión a todo el que me ve. Los niños me señalan con el dedo, los jóvenes me escupen y me pegan. No acaba mi sufrimiento. Mi vida es un infierno, mi alma destrozada vaga por las calles y ni la muerte me mira.


Autora: Olga González Sobrín

viernes, 19 de junio de 2020

Lobo

¿Por qué me atacas? ¿Qué os hemos hecho?
Vivimos en las montañas desde milenios y ahora llegáis vosotros aquí para echarnos.
¿Qué os ocurre? ¿No os llegan vuestros reinos?.
Hemos vivido en paz, cazando y corriendo en libertad toda nuestra vida.
Os observamos y lo que vemos es triste: guerras, asesinatos. No respetáis a vuestras familias.
Nosotros vivimos libres, tenemos nuestros territorios, cazamos en grupo y nos respetamos, los ancianos son importantes, cuidamos de la familia, nuestros hijos y nuestro clan. Amamos la naturaleza, no matamos por matar, cazamos por sobrevivir.
Nos invadís y nos arrebatáis territorios, destruís la naturaleza, dais caza a nuestras presas, construìs casas y robáis nuestro espacio.
Tenemos que adentrarnos más en la montaña, escasean los alimentos y nos obligáis a atacar a vuestro ganado. No tenía por qué ser así, si respetarais nuestros territorios. La familia tiene hambre y tenemos que buscar alimento.
¿Qué diferencia hay entre ambos? Nosotros somos animales y vosotros humanos. Pero por muy agresivos o feroces que nos consideréis, sólo tenéis que miraros vosotros y preguntaros quién es más salvaje.
Y aquí estamos, enseñando los dientes en defensa, protegiendo a nuestra familia de un cruel asesinato. Moriremos por ellos.
Ésta es nuestra casa, lejos de vuestra civilización y, aún así, venís a cazarnos.
¿Quién es aquí la bestia?


Autora: Olga González Sobrín

jueves, 18 de junio de 2020

Papá oso

Acostado el pequeño en la cama, papá oso empezó a narrar una historia llena de aventuras, de luz y color, donde los protagonistas eran niños y tú eras uno más. La imaginación corría, se abrían puertas sin cesar, en cada una de ellas podías dar comienzo a tu historia. Sueños y fantasías, príncipes y princesas, dragones, ogros, duendes, hadas, un sinfín de personajes para interpretar.
Mientras papá oso leía, el peque se había convertido en un dragón que impulsándolo a volar con mayor rapidez. Sobrevolaba las nubes y miraba lo diminuto que era todo abajo. Y cuando se cansó de ser dragón, cruzó de puerta para convertirse en un aventurero descubriendo nuevas pirámides y muchos tesoros.
La noche seguía, y papá oso leía, su cachorro ya había atravesado otra puerta y era un pirata en su barco a grito de "Al abordaje".
La noche envolvía al pequeño, sus ojos se cerraban, papá oso cerró el cuento, lo besó en la frente y se despidió, pero él seguía con el cuento en su mundo de sueños, feliz y protegido bajo las sábanas calientes.


Autora: Olga González Sobrín

miércoles, 17 de junio de 2020

Te encontré

Por fin he encontrado la paz, la armonía, la serenidad que tanto anhelaba. Pero antes sufrí tanto que me encerré en mí para que no me hicieran más daño.
Mi vida no ha sido un camino de rosas. Desde pequeño tuve que luchar para conseguir lo que quería. Nadie me regaló nada. Hubo de todo: vivencias agradables, viajes duros y regresos felices. Siempre olvidé lo malo y me quedé con lo bueno, los recuerdos que llenan el alma.
Quise compartir todo, quise amar y ser amado, mi entrega era total, y ¿de qué sirvió? Mi corazón se llenó de recelo,de odio, de dolor, y me fui, desaparecí.
Seguí vagando por el mundo, replegado en mi yo interior. Cansado abandoné la búsqueda de la felicidad.
Así han transcurrido los años, hasta que te encontré.
Con mi cabeza apoyada en tu pecho, escucho tus latidos, los cuales me indican que no es un sueño, que estás aquí junto a mí. Noto tu perfume que aspiro y guardo en mi mente, te miro mientras duermes y sigo sin poder creer la dicha de haberte encontrado.
Nos encontramos cuando no nos buscábamos. Lo tengo guardado en la memoria, como si fuera el primer día. Tanto miedo de que no fuera cierto, que fuera un sueño y te has convertido en mi oasis, en mi paraíso, en mi vida.
Cierro los ojos, mi cabeza sigue descansando sobre ti, y a Dios le doy gracias por tenerte a mi lado. Eres mi compañera, mi amiga, mi confidente, mi amante, eres un sueño hecho realidad para mí y cuando me dices "TE QUIERO", mi corazón se llena de dicha y felicidad, y el terrible pasado se quedó en el olvido.



Autora: Olga González Sobrín

martes, 16 de junio de 2020

La caída

Caminaba sin destino, nadie lo esperaba ni lo extrañaría, cabizbajo ponía un pie tras otro sin rumbo. Hacía tiempo que había dejado de ser él, tanto como el que transcurría desde que ella falleció.
No podía comprender por qué sucedió aquello, ellos vivían felices, tenían un buen trabajo que no les robaba tiempo para estar juntos.
No podía comprender por qué una enfermedad se la había llevado. Por mucho que luchò, ella se fue apagando.
Sus planes de futuro ya no se verían cumplidos.
Desde del entierro de su amada él se encerró en una burbuja gris.  Cada día se sentía más ahogado, su apetito desaparecía, su vida se le escapaba.
Su hogar estaba vacío. Aunque sus cosas estaban, ella jamás volvería a cruzar el umbral con un "hola cariño".
Estaba tan hundido que perdió la esperanza, los amigos, el trabajo e incluso se perdió a sí mismo. Y así, fue como llegó a ese lugar y  tomó la decisión de saltar al vacío. Abierto de brazos, se dejó caer, así acabaría todo.
 Pero para su sorpresa, no cayó, sintió un aura de paz, y todos sus sentidos se impregnaron de la esencia de ella. Abrió los ojos y ella lo envolvió en un abrazo depositandolo en el puente. Lo siguió abrazando mientras él lloraba desconsolado. Cuando ya estaba calmado ella le habló, le dijo que sufría viéndolo así, que entendía que su viaje se había acabado pero ella siempre le acompañaría, que estaría a su lado. La vida seguiría para él y le esperaban muchas aventuras, nuevas ilusiones, y estaba segura que alguien volvería a llenar ese hueco que ella dejó.
Y abrazada a él lo llevó de regreso a casa.
Salió de su burbuja, empezó a respirar y con nueva ilusión retomó su vida. El espíritu de ella lo acompañó, y tal como le dijo fueron sucediendo las cosas. Por fin, volvió a ser feliz, y encontró una nueva compañera que cicatrizó las heridas de su corazón.
El amor, más allá de la muerte, siguió velando por él.



Autora: Olga González Sobrín

lunes, 15 de junio de 2020

Agarrada a tu cuello

Agarrada a tu cuello busco tus labios. Tus brazos rodean mi cintura.
Envueltos en la magia del momento, ajenos a nuestro alrededor, nos cubrimos de caricias, besos y los siempre presentes susurros: palabras de amor que arrullan nuestras almas.
Nos alejamos abrazados, buscando un cobijo, sin importar las miradas que nos siguen. Solo tengo ojos para ti, y los tuyos me siguen.
Nos detenemos de vez en cuando, para abrazarnos y besarnos de nuevo. Soy tan feliz, mi corazón tan pletórico, siento que vuelo a tu lado.
Seguimos andando, solos. No puedo aguantar el deseo de llorar, de abrazarme a ti y besarte de nuevo.
Nadie puede imaginar nuestra complicidad y sintonía Es algo tan sublime que a día de hoy no se puede encontrar.
No sé si es mi media naranja, pero sí sé que es mi todo, mi complemento en toda mi totalidad, nos amamos.
Y seguimos caminando por la vida, abrazados, en nuestro mundo, ajenos a lo que nos rodea.


Autora: Olga González Sobrín

domingo, 14 de junio de 2020

Sueños atrapados

Y mis sueños se vieron atrapados como la Luna en el cubo. Daba vueltas y vueltas, mas no podía salir porque solo encontraba paredes.
Desesperada gemía de dolor. Aquella oscuridad que me envolvía era tan fría que mi cuerpo tiritaba.
Agitada no paraba de moverme, cada vez más asustada. Mi corazón parecía saltar de mi pecho y mi angustia aumentaba por momentos.
Mis sueños me llevaban a un mundo de tinieblas, donde malos recuerdos se mezclaban con crueles fantasías. Y en el terror de la noche grité mi agonía.
Pero ahora, ya no estaba sola en la habitación, llorando y asustada. Conmigo estaba él, que acurrucándome en sus brazos, me mecía susurrándome hasta volver a dormirme.
En este momento, la luna salía del cubo y volvía a brillar en la noche, con su luz y su calma, y yo, en mi rinconcito, abrazada sonreía a mis sueños.


Autora: Olga González Sobrín

sábado, 13 de junio de 2020

Mi pequeña duendecilla

Mi pequeña duendecilla, toda amor y alegría, tu llegada a mi vida ha sido todo ternura.
Que antes de llegar a mí, viviste muchas desventuras.
Cuando vi tu rostro me enamoré, cuando sentí tu abrazo mi corazón se estremeció, y con tan pequeños gestos conquistabas mi ser.
Mi pequeña duendecilla, tus historias me relatabas en las noches, tus ojos se humedecían, temblabas con las emociones que provocaban aquellos recuerdos.
Mi pequeña, mi hermosa mujercita, dulce flor de la naturaleza, desde que te ví, me prometí envolverte en mis brazos, abrigarte, protegerte y alejarte de aquellos recuerdos, acariciar tus mejillas y cubrirlas de besos para obrar con magia y sanar tus heridas.
Mi pequeña, estás en mi vida, llenándola de alegría, cuando te veo solo deseo mecerte en mis brazos, susurrarte al oído dulces palabras y alejarte de los peligros.
Mi pequeña, estoy contigo, no lo olvides, desde el primer momento mi corazón es tuyo. Cuando me llames, allí estaré contigo porque eres y siempre serás mi pequeña duendecilla.


Autora: Olga González Sobrín

viernes, 12 de junio de 2020

Nuestro libro

Todos los días me sumerjo en libros de historias, locas aventuras y amores apasionantes, y en todas ellas hacen surgir miles de mariposas que emanan de mí.
Siento mi vida en algunas de ellas, recordando nuestro amor, como se inició, los inconvenientes, miles de momentos que hemos vivido.
A veces, me reflejo en algún personaje y sigo su historia con tal intensidad, que cuando encuentro semejanzas mi imaginación corre hacia ti.
Me detengo en la lectura y me envuelvo en un aura con tal intensidad de amor, que no puedo evitar la adrenalina fluir por mi cuerpo y siento la necesidad de tenerte en mis brazos, de poder cubrirte con mis besos y caricias, ronronear en tu oído y perderme poco a poco en tu piel. 
Mi piel se eriza, mi corazón palpita lanzándose a una carrera infernal, y empiezo a arder en deseos, volviéndome insaciable incapaz de controlarlo.
Acaricio mi piel como si fueran tus manos recorriendo mi cuerpo, aumentando ese placer incontrolable, te siento tan en mí que noto tu presencia, y en ese juego, mi ser pierde en tal mundo de placer que dejo de ser yo misma para terminar gritando tu nombre.
Y cuando dejo el libro, esas mariposas que me hace sentir, hacen que mi deseo sea estar junto a ti. Y te busco, cuando me acerco a ti, te miro y me lanzo a tu cuello, te beso y susurrándole al oído, me coges en brazos para llevarme a nuestro paraíso, y allí, nos convertimos en uno hasta que nos pilla el amanecer exhaustos pero con la complicidad de que todavía no ha acabado.




Autora: Olga González Sobrín

jueves, 11 de junio de 2020

Juramento en la piel

Me preguntas una y otra vez qué es lo que siento por ti, por qué te escogí, si no me he equivocado.
Y yo siempre te contesto lo mismo siempre. Sea en tu piel o en la mía, llevamos escrito un juramento de amor, un hechizo que no funcionaría si no hubiese amor.
En tu piel he dejado escrito lo que te amo con las caricias y los besos, grabados con el fuego que siento en mi interior.
Mi corazón dejaría de latir si no estuvieras a mi lado, mis ojos dejarían de ver lo hermoso que es el mundo a tu lado.
Como no voy a quererte si eres el aire que respiro, mi dulce de cada día, mi ilusión día a día.
Mi amor, mi pasión, mi cariño está grabado en cada poro de tu piel, mi cuerpo vibra a tu lado, solo siente contigo.
Porque te quiero, te deseo, porque no podría empezar un día sin ti a mi lado, porque eres mi amigo, mi compañero, mi amante, porque estás grabado en mi piel.
Y solo te digo que TE QUIERO.



Autora: Olga González Sobrín

martes, 9 de junio de 2020

En la soledad de mi habitación

En la soledad de mi habitación, recuerdo nuestros anocheceres juntos sentados a la orilla del mar, donde reinaba el silencio, excepto el de aquella gaviota que nos sobrevolaba haciéndose notar.
Mis manos se deslizan por mi cuerpo recorriendo cada una de tus caricias. Me abrazo a mi misma como allí en el banco. Paso mis dedos por mis labios y siento tus cálidos besos. Mi cuerpo libra adrenalina.
Mi respiración agitada pensando en nuestro abrazo, en la pasión de nuestros besos. 
Sentada sobre ti, arqueando mi espalda, recibía tus besos y caricias. La Luna como único testigo. Amándonos sin desenfreno. La pasión suelta daba lugar al  placer.
Sin prisas, sin miedos, nos dejamos llevar al unísono al climax del placer.
Y en la soledad de mi habitación, acaricio mi cuerpo siguiendo tu rastro en él, escapando gemidos de placer. Deseando verte de nuevo para perderme contigo en nuestro amor.


Autora: Olga González Sobrín

viernes, 5 de junio de 2020

Te fuiste

Llegó el día y te fuiste de mi lado. No podía aguantar el dolor que sentía, mi corazón se desgarraba, mis lágrimas no me dejaban ver, pues se convertían en un manantial que me impedía mis ojos abrir. 
Mi pecho dolía, me faltaba el aire, me ahogaba sin ti.
No estaba preparada para tu ida.
Me encerraba en la habitación, acurrucándome en la cama, me envolvía en las sábanas que habían sido testigos de nuestro amor, intentando absorber hasta la última gota de tu olor.
No sabía como calmar mi dolor, no podría vivir sin ti. Deseaba ser la bruja que te conquistó y bautizaste con "tu brujita", la que te había hechizado.
Apretaba mis puños y deseaba con fuerza:"soy una bruja, soy una bruja, soy una bruja...".
Un atardecer me fui al acantilado, me senté en el borde y grité:"¡no soy bruja, no te puedo traer, maldito seas por abandonarme!". Y aquella noche ocurrió algo inesperado. Se formó una bruma azulada y comenzó a envolverme, lejos de asustarme, me tranquilicé. Empecé a oler tu perfume, y la bruma adquirió tu forma. Habías vuelto a mí lado, me envolvías en tus brazos, besabas mis labios, mi rostro, secándome mis lágrimas, cerrando la herida. Tus palabras llegaban como caricias: "Mi brujita nunca me he ido, estaré contigo siempre, siempre. Nos hicimos juramento eterno y lo llevo más allá de la vida. Te amo, te amaré, no lo olvides mi amor, tuyo siempre".



Autora: Olga González Sobrín

jueves, 4 de junio de 2020

A kilómetros de distancia

En la noche, a la luz de la Luna, caminaba por la orilla de la playa. Sola con mis pensamientos. Estaba en la arena pero mi corazòn estaba lejos, viajando en busca de mi amado. Bajo la luz de la Luna, mi mejor amiga, caminaba lentamente, me abrazaba para contener el sentimiento que no cesaba de salir, buscando liberación. Mis pensamientos viajaban en la distancia, acercándose a él. El eco de nuestros latidos entonaba la misma canción. Mirando a la misma Luna pero a kilómetros de distancia, brotaba de nuestros labios un "te quiero, pronto llegaré" 


Autora: Olga González Sobrín

miércoles, 3 de junio de 2020

Carrera libre

Corría como el viento, buscando la libertad, las olas acompañaban mi marcha, refrescando mi pasión, mi pasión por la vida, por el amor. 
Sola contra viento y marea, luchando de sol a sol, buscando la felicidad prometida, que el destino puso en mi camino.
El oleaje no me cubría, no caía sobre mí, me daba su cobijo y protección hasta llegar hasta él. No había furia en ellas, solo amor, mi pasión le contagiaba y me llevaba hasta el amor.
Corro y corro, en busca de la libertad para dar rienda suelta a la pasión, para encontrarte al final de mi camino, a mi dulce amor, en la arena esperando pacientemente a que las olas me depositen a tu lado y dejarnos abrazados, libres al amor.


Autora: Olga González Sobrín