miércoles, 27 de enero de 2021

Deseando tu llegada

 Te espero en nuestra noche soñada. He llenado nuestro rincón de luces convirtiéndolo en un cielo estrellado. Un deseo en cada una de ellas para que nunca te falte esa ilusión cuando lo mires.

Sentado, impaciente de tu llegada, miro desde el fondo del callejón. Ayer, eras tú la que esperabas tras la ventana. Hoy, soy yo quién mira el reloj. Te entiendo cuando dices que la arena del tiempo no corre, que los minuteros no se mueven, ahora, sufro yo esta agonía.

No dejo de buscar tu entrada, de verte llegar con tu sonrisa, esa que llevo grabada en mi mirada. Tu caminar firme viniendo hacia mí, con el deseo de llegar a mis brazos, de poder recibirte entre ellos, mientras beso tus dulces labios.

Sueño despierto, con la alegría de tenerte a mi lado, de volver a respirar tu perfume y escuchar tu voz de nuevo.

Recordando nuestro ayer, donde nuestros cuerpos se unieron, sintiendo la calidez de tu piel. Hice una mapa siguiendo cada pliegue. Mis manos, mis besos, te hicieron un traje de saliva que embellecieron cada poro,haciéndote más mujer.

Respondiendo a cada estímulo, acogiéndome más dentro de ti. Me perdí en tu paraíso, enloqueciendo por momentos, comprobando que tú eras para mí.

Me enciendo como nunca antes lo hacía, me lleno de deseo con tu solo pensamiento. Mi corazón ha partido en tu búsqueda gritando lo mucho que te amo.

El tiempo me inquieta, ansío tu llegada para calmar mi anhelo y volver a decirte lo mucho que te quiero.

Autora: Olga González Sobrín



martes, 26 de enero de 2021

Implorando al cielo

 Hace tiempo que venía perdida, sin comprender lo que la vida le hacía. La llevaban de un lado a otro a su antojo. Ella nunca sabía decir que no.

Su Luz se iba apagando, perdiendo el brillo en su mirada. Lloraba a escondidas y ante el mundo se mostraba valiente. Notaba el frío de los días en su corazón como puñales de hielo. Los rayos del Sol no la calentaban como antaño. Y su cuerpo envejecía como si los días fueran años.

Nadie sabía lo que en su interior pasaba, esa lucha que tanto la atormentaba. Sentía injusticia, enfado pero no dejaba de sonreír porque tenía miedo a perder la batalla.

Al cielo estrellado imploraba un milagro, un guiño que le indicara su camino a seguir. Un grito de auxilio en la distancia.

Quizás alguien la oyó, porque ella cambió. Cogía las riendas de su vida y aprendió a decir NO.

Comenzaba su pelea con el mundo marcando con su huella. Los puñales se derretían, las heridas cicatrizaban y cada vez con más fuerza volvía a ser ella misma.

En las noches miraba al cielo, esperaba a su estrella en el firmamento a que se vislumbrara para dar sosiego a su alma. Porque sólo ella calmaba el dolor que la atenazaba y los miedos espantaba. Fue aquella que respondió a su llamada para ayudarla. Ella la venera en las noches, agradecida de por vida.

Autora: Olga González Sobrín



Confía en mí

 No te dejaré caer porque mis manos te sujetarán, mis labios se sellarán a los tuyos como la dulce miel que son.

Puedes echarte hacia atrás sin mirar, porque mis brazos estarán para sujetarte.

Puedes cerrar los ojos y dejarte guiar por mí, porque por los senderos más hermosos te llevaré.

Confía en mis manos, que ellas estarán ahí cuando tú falles.

Y ahora, confía en mí, porque jamás me apartaré de tu lado, seré tu sombra cubriendo tu espalda, seré ese latido que te falta, más tendrás las caricias y besos que necesita tu piel.

Solo confía en mí, sola no te dejaré.

Autora: Olga González Sobrín



Unión del Destino

 El Destino une personas de una manera extraña, sin razón alguna.

No entiendo como lo hace, pero por tu vida pasan infinidad de personajes, que cumplen diferentes roles en cada momento. Crees conocer al otro, pero el destino es caprichoso.

Te enamoras sin saber cómo. Cosas tan simples del día como un saludo, empieza a abrir la puerta a una amistad, que con el tiempo se afianza. Empiezas a sentir cosas nuevas, que creías olvidadas pero estaban ahí, solo que no supieron buscarlas.

Comprendes por qué no funcionaba ninguna relación, me engañaba pensando que aquello era amor, que era la manera de demostrártelo. Un autoengaño que minaba mi interior, hiriendo mi alma de gravedad.

Falsas promesas, falsos amores, falsos sentimientos, falsas palabras. Todo era falso para sacarte lo que ellos deseaban.

Mi corazón lloraba en silencio, no dejaban de herirlo.

Pienso en lo que hice, en lo que rogué y mendigué. Amor, solo eso pedía. No puedo volver atrás para arreglar todas esas heridas pero decidí seguir adelante, con el dolor en mi alma.

El Destino es curioso, siempre estaba ahí y no lo veía. Dulzura personalizada, ojos melosos, labios hermosos que me llenaban de palabras, de besos en mi rostro y secaban mis lágrimas.

Qué caprichoso el Destino, te ha dejado en mi camino cuando no tenía esperanzas.

Por fin, sé que es ser amada.

Autora: Olga González Sobrín



Cupido

 Hoy Cupido llegó hasta a mí. Quiere dispararme con su flecha y yo le ruego llorando que por favor, no.

Mi corazón ha sido herido tantas veces, tantas puñaladas, que no puedo conseguir unirlo otra vez.

Lloro implorando piedad, no puedo volver a amar.

Mi corazón lo entregué, con los ojos cerrados, pequeño él pero tan inmenso en su sentir.

No ves Cupido, como lloro, no ves, que no quiero amar.

No has acertado ninguna vez, fue un simple reflejo de lo que podía ser, pero ¿cuánto duró? Dos suspiros.

Amé con tanta intensidad que mi voluntad yo perdí, terminé siendo marioneta, y lo peor, dejé de ser mujer.

No, no, Cupido, no me vengas con tus flechas, que en ti ya no confío.

Has sido cruel conmigo, y te odio, no te puedes imaginar.

No vengas con esa cara angelical, con tus alas me quieres rozar y me niego.

No vuelvas a hacerme daño.

¿Por qué me dices esto, qué son esos susurros, que me quieres decir? No te oigo, habla más alto.

No vueles hacia mí, te tengo miedo, no me toques, estoy temblando.

¿Qué es este calor que siento, qué me estás haciendo? ¡No, para!

¿Por qué lloro ahora?, no lo entiendo, noto mi corazón palpitar, ¿por qué?

¿Qué haces Cupido conmigo? ¿Por qué mi odio está desapareciendo?

Cupido, ¿qué has hecho? No quería volver a amar.

Autora: Olga González Sobrín



jueves, 21 de enero de 2021

En la niebla

Camino por sendas de tinieblas, huida del infortunio. Me persiguen los recuerdos, las traiciones, el dolor y penetran en mis huesos, tiemblo como si una presencia malévola me vigilará en la espesura.

Mis pisadas se oyen devueltas por un eco en la lejanía. Miro en todas las direcciones buscando una salida. Voy a la izquierda y me encuentro un muro. Giro a la derecha y un río. Sigo de frente, un barranco que me impide seguir. Miro atrás y me niego a retroceder, no quiero volver al lugar que escapé.

Doy vueltas, el frío me está dejando helada, me froto dándome calor, salto, brinco, grito, chillo,... Nadie responde.

Pero no me rindo, jamás. En mis brincos he visto algo, un centelleo, algo que me ha llamado la atención. Mi corazón late esperanzado.

Esta manía de mirar abajo, a los lados, al frente, pero no arriba. Sí, arriba. Porque ya no soy la de antes, sí, estoy sola, pero mi cabeza levantaré altamente y con esta decisión, es como he hallado la salida.

Ahí, arriba, ahí está mi puente de salida, mi luz, mi esperanza. Y orgullosa de quién soy, me encamino colina arriba, trepo por los hierros de un puente que antes no veía. Me cuelgo de sus barrotes, tengo miedo a las alturas, no quiero mirar abajo, solo arriba. Adelantando una mano tras otra, he subido.

Ahora sí, izquierda, derecha, ambas tienen futuro, orgullosa de mis logros, levanto mi cabeza y camino, no te digo por donde, solo te digo que voy por el camino que marca mi corazón.

Autora: Olga González Sobrín


Buscándole en la noche

 Recorrió los senderos del amor, siguiendo tras sus pasos. Las huellas desaparecían, la noche las borraba, su corazón se encerraba en un puño. Él se había ido y sola la dejó.

La noche se hacía fría, el viento helado la recorría.

Ella a la noche gritaba: "¿Dónde estás amor mío? Me has dejado sola."

El viento llevó su grito hasta oídos de él. Se giró, regresando tras sus pasos. Pero tarde llegó, la noche se la había llevado.

Y en la oscuridad, él gritó su nombre, pero ella no respondió.

Autora: Olga González Sobrín


Mi mirada

 Te puedo hablar sin miradas, no necesito decir nada, mis ojos sonríen, chispean, miran con dulzura, con amor, son amistosos si respetas a su dueña, serán un libro abierto con diferentes expresiones.

También han llorado por muchas razones: pérdidas, rupturas, dolores, traiciones pero no todos los lloros han sido por eso, la risa, la felicidad y el amor han hecho derramar las más hermosas lágrimas, como ver nacer un hijo, ser amada, reír de felicidad.

Mis ojos intentan huir de las tristezas, pierden vida con ella y yo... Deseo vivir la vida con amor en mi mirada llena de ilusión, porque yo estoy orgullosa de ellos, pues, son el espejo de mi alma.

Autora: Olga González Sobrín


.

Mi chocolatito

 Mi chocolate, qué locura, pero me trae perdida en un camino desconocido.

Mi gran amigo, chocolatito, convertido en un caballero con brillante armadura, que esconde el corazón más grande que he conocido.

Golosa me he vuelto comiendo poco a poco, porque cada trozo me sabe mejor. Adictiva a tu sabor, cada envoltorio es una nueva sorpresa, un sabor nuevo que más me enamora.

¡Ay,chocolatito, vas a ser mi perdición! Pero te aviso, yo seré tu profiterol de crema.

¿Qué locura, verdad?

Adicta a mi chocolate soy.

Autora: Olga González Sobrín



Adiós y Hasta luego

"Adiós: Expresión de despedida o con la que se saludan dos personas que se encuentran pero no se paran a hablar".

Palabra que llena el alma de pena.

Por qué no decir "Hasta luego: Expresión que se utiliza para despedirse de alguien al que se espera volver a ver en un plazo muy breve de tiempo".

Dos palabras que indican despedida pero tan completamente distintas. Una te llena de dolor, la otra de esperanza.

Cuando llega el momento de la primera, tu corazón se destroza porque no la volverás a ver, ha pasado por tu vida dejando su huella, que acompañara en los momentos de soledad, intentando entender por qué su final.

Sin embargo, la segunda, te llena de alegría porque esperas oír, sentir, ver, tocar y soñar con el encuentro de nuevo. Eres feliz.

No entiendo por qué dos palabras de despedida pueden ser tan diferentes.

Me siento a la orilla. Recuerdo un pasado. Mis lágrimas caen. Y dejo pasar las horas, mientras mis pies se mojan.

Rememoro en la soledad, mientras cantan los grillos, los peces saltan, las mariposas me sobrevuelan, los pájaros cantan sus melodías y el viento me sopla al oído un mensaje, un secreto. Todos me quieren animar, quieren que vuelva la sonrisa a mi rostro, pero mis lágrimas no quieren cesar por una palabra que no esperaba escuchar.

Autora: Olga González Sobrín



La guerrera

Qué esconde esa guerrera que tanto quiere ocultar.

A qué teme tanto para que lleve un disfraz.

La veo caminar altiva, con fuerza, y a su vez, tan femenina.

Lleva una máscara tras la cual oculta su rostro, amplio vestido tapando su esbelto cuerpo. No entiendo su proceder.

No se acobarda ante nadie y a todos hace frente. Ella es una guerrera oculta tras un velo, no quiere darse a conocer.

Pero hay un lugar donde ella arranca su disfraz, y aparece una hermosa mujer, dulce en sus gestos mas una mirada triste la acompaña.

Fuerte ella, siempre valerosa, coraje infinito. Debajo de aquello se encuentra una sensibilidad tan extrema que su corazón sufre lleno de pena.

Nadie la conoce, excepto aquel a quien ama, solamente él sabe como sanarla. Sus caricias calman su alma, sus besos la llenan de calor y sus abrazos la envuelven en paz.

Ella llega y arranca su capa, esperando su llegada para que vuelva a darle su soplo de vida.

Autora: Olga González Sobrín



jueves, 14 de enero de 2021

La espera

 Nerviosa esperaba sentada dentro del taxi, esperando la llegada de aquel que había conocido. Miedos a que no llegara a la cita, no cesaba en su cruce de piernas.

El taxista la observaba y la tranquilizaba diciéndole que loco sería si no se presentaba.

Ella le devolvía una sonrisa y observaba por la ventanilla, el ir y venir de la gente, esperando su llegada. Inquieta miraba las agujas del reloj que se sucedían unas a otras, temiendo un final que no le gustaba.

Nunca imaginó que un hombre la hiciera sentirse tan perdida y confusa, pero lo que sabía era que estaba enamorada.

Su corazón sentía la presión del momento, como si una mano lo fuera apretando cada vez con más fuerza. Sintiendo una punzada ante el dolor que se avecinaba.

Sus lágrimas querían asomar a sus ojos, cuando echó una última ojeada y de pronto, una maravillosa sonrisa brilló en su cara, cuando la puerta del taxi se abrió y él la saludaba.

Autora: Olga González Sobrín



Estallido en la noche

 Estalló en la noche expulsando todos sus males. Penas, odios, rencores, envidias, celos,... Todos aquellos males que la sociedad tiene.

Arrodillada, gritaba y lloraba lo que por dentro la mataba.

Rezaba pidiendo ayuda sin soltar su cruz, una que arrastraba desde hacía una eternidad.

Cada grito, una maldad salía.

Y a su alma, ganaba aquella paz que tanto necesitaba.

Cuando aquella explosión acabó, ella se transformó en una bella persona, su corazón se llenó de bondad y la luz cubrió su persona.

Autora: Olga González Sobrín



Mi rosa

Eres mi rosa tan hermosa que mi corazón cautivó. Tu fragancia la llevo permanente, tu belleza en mis ojos, tu cuerpo: mi trono.

Pero esas espinas que se clavan cuando no llego a ti, cuando quiero tocarte y no puedo, cuando deseo tus besos y estás tan lejos.

Cada una de ellas, me recuerdan cosas pasadas, que me llenan de miedos y temores, quizá, sufrir de nuevo una tempestad.

Cierro los ojos y percibo tu aura, y sé que no es falsa, que no engaña. Me cautivas, me provoca, me llenas aquellos huecos que estaban vacíos.

Te recojo con delicadeza, te acaricio y te traigo a mi corazón que es donde perteneces. Ya no hay pinchos, ya no hay heridas, solo tú, mi belleza.

Autora: Olga González Sobrín



Nevó en París

Hoy he soñado que había nevado, todo estaba blanco, en silencio. El tiempo se había detenido.

No se oía el trinar de los pájaros, ni el griterío de la calle, absolutamente nada.

Pero sentía una respiración a mi lado, un cuerpo abrazado al mío, y recordé todo de golpe.

Ayer, me reuní con él. Llevábamos alargando mucho la cita, quizás era timidez o miedo a no ser correspondido, o pensar que era lo suficientemente para él. El tiempo pasaba entre nuestros dedos sin poder detener ni un grano de aquella arena.

Y no podía evitar que nuestras manos cada vez se acercarán más, hasta tocarse. No había marcha atrás.

Salimos al encuentro del otro, por fin, nos había llegado el día. Lo vi en la distancia, mi rostro se llenó de rubor, mi corazón latía emocionado y mi cuerpo perdió su dominio, caminé hacia él apresurando mi paso. Me vio llegar abriendo sus brazos para recibirme, en los cuales me deslicé, abrazándome yo a él. Nuestros labios se depositaron en un largo beso que mi cuerpo hizo temblar. Me abrace más fuerte, hasta sentir su corazón acelerado. Nuestros labios se separaron y le miré a sus ojos, emocionada, feliz, mis lágrimas caían, mis nervios me habían traicionado. Me meció como una niña siendo yo mujer, su olor penetraba por mi nariz, absorbiendo su colonia, guardando el momento en mi memoria. Levanté mi rostro y busqué sus labios de nuevo, esta vez con más intensidad, despertando fuerzas que permanecían apagadas.

Nos fuimos de la mano, otras abrazados, los besos se cruzaban hasta llegar a este cuarto donde el tiempo se ha parado.

Al pasar la puerta, ya no hubo freno, nuestras ropas cayeron, desnudos, acariciándonos, besando cada por de nuestra piel, como una dulce miel absorbida al paso de nuestros labios.

Nuestros cuerpos desprendían calor, y como el magma que todo lo funde, terminamos siendo uno, rodando por la habitación, revolviendolo todo. Suspiros y gemidos llenaba los silencios, risas nerviosas que soltaban gritos guturales.

La noche avanzaba, y allí seguíamos, amándonos como nunca nos amaron. Sin pudores, sin secretos, solos él y yo.

Hasta que agotados nos rendimos al sueño, y ahora aquí despierta, lo miro y remiro enamorada, feliz. Los relojes se han parado.

Me acerco a él, le susurro y sale de su letargo, sonrío y todo empieza de nuevo.

Autora: Olga González Sobrín




Mensaje en la botella

Al mar lanzo un mensaje en una botella. Lleva mis palabras más desgarradas que han roto mi paz.

Lleva escrito un mensaje para aquel que me enamoró, que llenó de calidez mi alma y me reconfortó con su amor.

Me dijo que siempre estaría para mí, cuidándome cada día, tejiendo a mi alrededor para estar protegida.

Sus palabras me enamoraron, me llenaron de ilusión, una nueva ilusión en que creer. Sus susurros en la noche, sus caricias bajo las sábanas, risas y juegos que llegaban al amanecer. Los días pasaban, las noches eran poesías, todo dio a semanas que nos hicieron sentir una misma persona.

Mis ojos se perdían en tí, mis labios te buscaban, mis manos te acariciaban, nuestros cuerpos se unían...Hasta que desgarraste mi corazón, lo hiciste añicos. Jamás lo creí de ti.

Un cobarde huidizo, un cobarde sin perdón, un cobarde sin nombre y sin corazón.

Te he escrito un mensaje, no sé si te llegará. Desapareciste sin decirme adiós y lo peor, sin una explicación.

Quiero que las olas te lo lleven, lo depositen a la orilla de tu corazón y sientas en tu piel, todo lo que has roto, y si un día dejas la cobardía aparte, responde con otro mensaje, lánzalo al mar, sabrá hacérmelo llegar.

El mar cubrirá las huellas que nos unieron una vez.

El vaivén de sus olas me mecerán en mi tristeza.

Y en las noches estrelladas me volverán a llenar de sueños.

Autora: Olga González Sobrín