martes, 20 de abril de 2021

Aquella rosa amada

 Aquella rosa que dejaste en mi mano, para que su fragancia hiciera que no te olvidase. Que con solo el hecho de tenerla en mis manos, te sintiera a mi lado. Y que con ella acariciase mi rostro, mis labios para sentir los tuyos sobre ellos.

Bajo una cúpula de cristal la mantuve, protegiéndola incluso con mi vida, porque en ella estaba ese amor que me habías entregado. Cuidada con mimo, velada día y noche. Nunca se mantuvo lejos de mi corazón.

Ahora ha pasado el tiempo, la rosa se mantiene intacta, pero no tu amor. Te alejaste de mi lado, prometiéndome el volver. Promesas de un futuro en común que se fueron llevadas por el viento.

Cuanto sufrí tu pérdida, cuanto me culpé creyendo haber cometido errores, cuanto grité tu nombre... Pero ha pasado el tiempo, la herida va cerrando, miro el horizonte con otro color.

La vida da muchas vueltas, las noticias llegan, y tristemente, llegó la verdad. Me había enamorado de un monstruo cobarde, que solo sabía conquistar corazones. Su labia, su buen estar, su sentir... Y es aquí donde me río, porque él nunca sintió, su corazón absorbe el amor de todas sus víctimas, es el alimento de su ego. Él oculto siempre en la sombra.

Aquí estoy, firme, serena, con esa rosa que tanto amé, a diferencia de él, yo sí entregué toda mi pasión, yo lo di todo, nunca me voy a arrepentir de ser así.

Tú no eras para mí, me has dado una gran lección. He aprendido que primero yo. A amarme y mimarme como nunca. Y hay una cosa más, que nunca tendrás: "yo sí sé amar".

Autora: Olga González Sobrín



Cuando amas a alguien

 Saber que amas a alguien, es el más hermoso sentimiento que ilumina tu mirada.

Cuando estás junto a él, se detiene el tiempo y sólo deseas sus besos, un abrazo infinito y el deseo de quedarse a su lado.

Cierro los ojos cuando me tiene abrazada, mi corazón se ralentiza, mi respiración se calma, me lleno de paz. En ese momento, soy tan feliz, que me olvido de todo lo malo acontecido.

No abro los ojos, me abrazo más fuerte y suspiro. Me besa el cuello. Y yo me dejo ir en sus brazos, esos que me han dado la paz y entregado amor.

Miedo a abrir los ojos y que todo sea un sueño.

Miedo a que todo sea una mentira, aunque sienta su amor.

Miedo a que me hieran de nuevo.

Miedo a darme otra oportunidad.

Pero hoy me dejo ir, que mis sentimientos afloren y me rindo a él, porque en el fondo, sé que me he enamorado.

Autora: Olga González Sobrín



Nuestra cura

 Somos dos almas heridas en nuestros corazones, tan cansados de palabras sin significado. Llenos de miedos y desconfianzas, analizando con lupa cada gesto, cada movimiento, cada palabra... Temiendo que nos vuelvan a hacer daño, intentando protegernos, evitando una entrega total.

Aquí desnudos, uno frente al otro, nos miramos a los ojos, que ya no saben mentir, el amor habla a través de ellos, dándonos una nueva oportunidad a ser amados. Acariciamos nuestras cicatrices, con mimo, delicadeza, siendo un bálsamo en nuestra piel. Los besos, efectiva medicina que nos llenan de calma, avivando nuestro fuego.

Nos vemos tal cual somos, sin ninguna pantalla, somos transparentes, tan compenetrados estamos, que simplemente nos dejamos llevar de estos sentimientos que han surgido.

Poco a poco, nos hemos vuelto inseparables. Nos hemos tendido la mano sin miedo a equivocarnos. La calma y sosiego ha llegado, incrementándose el amor que nos profesamos.

Nuestras heridas estamos curando, solo unas suaves cicatrices las recuerda, pero nuestros besos cuando las tocan, las hacen inexistentes.

Por fin, nos vemos completos. Ahora nos queda disfrutar de la oportunidad de estos verdaderos sentimientos que nos envuelven.

Así deseo terminar en tus brazos, sintiendo tu calor, con la certeza de nuestro amor.

Autora: Olga González Sobrín



domingo, 21 de febrero de 2021

Sí, quiero

 Quiero hablarte desde mi corazón, para que puedas comprender por qué soy así. 

Quiero que entiendas por qué cuando te digo que te amo, resulta con tanta intensidad.

Entraste en mi vida, como un amigo más, alguien al que saludaba, como siempre lo hago con todas las amistades. Y así, pasaron los días, las semanas, los meses,...Hasta que un día nos paramos a dialogar, a contarnos cosas de nuestros días, comprobando que teníamos mucho en común. Cada amanecer esperaba una palabra tuya para empezar con una sonrisa, cada noche tu susurro para alcanzar el sueño. Y así fue como me enamoré.

Llegaron nuestras primeras citas, nuestros primeros besos, los abrazos que tanto cobijo y amor me daban.

Los paseos por el campo, agarrados de la mano, buscando lugares ocultos para dar rienda suelta a nuestra pasión.

Los viajes en el coche, charlando, con besos furtivos y la felicidad de estar juntos. La de historias que pueden contar esos asientos si pudieran hablar.

Los juegos en la casa, da igual el rincón, solo dábamos rienda suelta a aquello que nos pedía el corazón.

Estoy enamorada de ti, de tus miradas, de tus gestos, de tus palabras. De tu forma de ser, de tu bondad, de tu empeño en la vida por superarte.

Estoy enamorada de tu persona, de todo lo que representas. Has llenado mi alma, curado cicatrices y eres mi fuente de esperanza, de ilusiones.

Te amo desde lo más hondo de mi ser, mi corazón es incapaz de ocultar todo lo que siento y deseo gritar a los vientos. Porque tú me das esa felicidad que nadie ha podido darme.

Y ahora, cariño, te digo: "Sí, quiero. Quiero pasar el resto de mi vida a tu lado, luchar juntos por nuestros sueños, ser tu amiga, esposa y amante. Quiero un futuro juntos, porque mi vida ya no tendría sentido sin ti a mi lado. Te entrego mi corazón en tu mano, cuídalo, porque ahí donde lo ves, es tuyo. Te has convertido en su dueño, en su ser amado. Sí, quiero. Pasaré el resto de mis días a tu lado".

Autora: Olga González Sobrín



Maltratada

 No puedo moverme del dolor que tengo Mi cuerpo está lleno de moretones y fracturas mal curadas.

Me estás abrazando mientras me pides perdón. Esas disculpas que siempre oigo tras recibir una paliza más. Me dices que me amas, que no puedes vivir sin mí. Que todo lo haces por mi bien, que quieres que sea perfecta y estar orgulloso de mí.

No puedes imaginarte como me duele todo, al más simple roce. Y estoy rezando que no oigas mis pensamientos, mi grito de socorro.

Ya no puedo más, sólo tengo dos salidas, una en una bolsa de cadáver y la otra, huir. Está claro que si sigo contigo, será la primera opción, y no la quiero. Voy a usar mis últimas fuerzas en huir. Mañana, cuando te vayas a trabajar, aprovecharé para escapar. Llevo guardando algo de dinero para esta ocasión, he conseguido contactar con una asociación y me van a ayudar.

A Dios ruego que él no se entere, no quiero que mis pensamientos se oigan. Le tengo tanto miedo, que mi cuerpo tiembla sin control. Sólo tengo un intento.

¡No quiero morir bajo su mano!

Autora: Olga González Sobrín



Carta para Luna

 Mi querida Luna:

Siempre has estado ahí, en cada paso de mi vida. Has escuchado cada una de mis palabras, me has visto llorar cada vez que me han roto el corazón. Sabes perfectamente, lo que he sufrido.

En estas noches tan largas, interminables para mí, donde solo reina el silencio y los recuerdos se vienen a clavar en mis pensamientos. Se hacen tormento, noche tras noche. Siempre tan atenta conmigo, me escuchas desde mi rincón. Eres mi amiga del alma, mi gran confidente.

Estoy muy cansada, se me va la ilusión por la vida, por los sueños y me estoy dejando ir. No siento la necesidad de luchar.

Luna, ¡ayúdame! No me dejes ir, no quiero morirme en vida. Una vez más, te pido que me auxilies y cures este corazón mío, que tan roto han dejado. Obra tu magia de nuevo para que la primavera vuelva a florecer dentro de mí. Cúrame con tu amor, una vez más.

Se despide.

Tu amiga, tu soñadora, tu admiradora.

Autora: Olga González Sobrín



Te fuiste

 Te has ido de mi vida, siguiendo un rumbo diferente al mío. Un día decidiste que no podía ser, que todo había sido un error y tomaste la decisión de marchar.

Yo estaba tan enamorada, tan feliz en la relación, que aparentemente todo lo veía bien, ¡funcionaba!. Fue tan fuerte el golpe, que me hundí en un valle de lágrimas, sintiendo como mi corazón se hacía añicos.

Doloroso verte pasar por mi lado, sin dirigirme la palabra, como si fuera invisible.

He llorado tanto, intentando comprender, sintiéndome culpable por lo ocurrido.

He tenido que huir para olvidarte y dejar de sufrir. Sé que has preguntado por mí, sin contactar conmigo. Me duele tanto esa actitud tuya, de mirar de soslayo para comprobar como estoy, y no te das cuenta, que mi corazón palpita esperándote, para volver a abrirse la herida porque sigues en tu negación.

Intento sacarte de mi mente, sin embargo, los recuerdos me persiguen. Las noches se hacen eternas y me abrazo para sentir ese calor que me dabas.

Quiero olvidarte, pero mi corazón no quiere sacarte. Desde mi cabeza le doy órdenes, pero no quiere escuchar.

Me he ido lejos de ti, y aquí estoy, dejando un rastro de rosas, con la esperanza de que lo sigas para volver a mi lado. Mi corazón quiere eso, mi mente me dice: "olvídalo, él nunca volverá"

Autora: Olga González Sobrín