Nerviosa esperaba sentada dentro del taxi, esperando la llegada de aquel que había conocido. Miedos a que no llegara a la cita, no cesaba en su cruce de piernas.
El taxista la observaba y la tranquilizaba diciéndole que loco sería si no se presentaba.
Ella le devolvía una sonrisa y observaba por la ventanilla, el ir y venir de la gente, esperando su llegada. Inquieta miraba las agujas del reloj que se sucedían unas a otras, temiendo un final que no le gustaba.
Nunca imaginó que un hombre la hiciera sentirse tan perdida y confusa, pero lo que sabía era que estaba enamorada.
Su corazón sentía la presión del momento, como si una mano lo fuera apretando cada vez con más fuerza. Sintiendo una punzada ante el dolor que se avecinaba.
Sus lágrimas querían asomar a sus ojos, cuando echó una última ojeada y de pronto, una maravillosa sonrisa brilló en su cara, cuando la puerta del taxi se abrió y él la saludaba.
Autora: Olga González Sobrín
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