Estalló en la noche expulsando todos sus males. Penas, odios, rencores, envidias, celos,... Todos aquellos males que la sociedad tiene.
Arrodillada, gritaba y lloraba lo que por dentro la mataba.
Rezaba pidiendo ayuda sin soltar su cruz, una que arrastraba desde hacía una eternidad.
Cada grito, una maldad salía.
Y a su alma, ganaba aquella paz que tanto necesitaba.
Cuando aquella explosión acabó, ella se transformó en una bella persona, su corazón se llenó de bondad y la luz cubrió su persona.
Autora: Olga González Sobrín
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