Se agarró a su cuello y le besó dulcemente en la comisura de sus labios.
Él la abrazó hacia sí, la besó en su cuello y le susurró al oído dulces palabras de amor.
Sus manos recorrían su piel, acariciando cada poro, sintiendo como se estremecía a su paso.
Sus cuerpos abrazados, envolviéndose en caricias y beso, caldeando el ambiente, respirando la pasión, dio paso a una desenfrenada y contenida pasión.
Se amaron olvidándose del exterior, solo los dos, sus cuerpos desnudos y abrazados yacían entre las sábanas al amanecer.
Autora: Olga González Sobrín
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