En las horas muertas de la noche, la dama caminaba por la orilla de la playa, meditando sobre las cosas que habían acontecido en su vida.
Bajo las estrellas y la claridad de la luna, caminaba mirando atrás, sus pensamientos se perdían en aquellos momentos felices y dolorosos, sopesando las experiencias que le había dado la vida.
Pero en este presente, su corazón malherido, por fin, cerraba la puerta al pasado y mirando a la luna, cuya magia la había impregnado, sonreía, feliz, porque en la distancia, otros ojos miraban esa luna mágica que obró sobre ellos, marcando un presente y un futuro.
Y la dama con sus manos alzadas, alcanzó la luna, sosteniéndola sobre sus manos para susurrarle: "gracias por ponerlo en mi camino", acercó su labios a la luna y la besó y desde su corazón pensó:"Espero que te llegue, vida mía".
Y la dama depositó la luna en el cielo, iluminando la noche junto a las estrellas-
Y ella siguió andando por la orilla bajo la atenta mirada de la luna, hacia ese futuro que se le presentaba.
Autora: Olga González Sobrín
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