lunes, 10 de febrero de 2020

Juntos para siempre

Desde muy joven compartió su vida con el hombre que la había cautivado. En un principio lo rehuía pero fue ganándose su corazón. Ahora vive de recuerdos.
Recuerdos de aquellas primeras citas cuando a escondidas se cogían de la mano y se daban algún beso robado, los paseos por las calles, y las noches en las que salían a bailar.
Recuerdos de su boda, de años de felicidad, de la llegada de sus pequeños, que hoy viven sus vidas lejos de aquí. Días cargados de sorpresas, aventuras y felicidad con ellos, y noches cargadas de pasión y mucho amor junto a su marido.
Tantos recuerdos felices hasta que él enfermó. Veía como poco a poco sus ojos se apagaban, aunque siempre tenía una hermosa sonrisa para ella, una caricia, un beso, una palabra de amor, solo para verla sonreír. Recuerdos tan duros como estos últimos ensombrecían su corazón.
Recuerdos de su última noche, aquella en la que se fue y él lo sabía, por eso se despidió de ella dándole las gracias por su amor, sus cuidados, su paciencia con él, por la bendición de sus hermosos hijos, por todo lo que ella significó para él. Antes de irse le prometió que no la dejaría sola, que permanecería con ella hasta que se pudieran reunir.
Ella, sentada a la mesa, brinda por él, pues, su presencia la acompaña  en la calle, en la casa, en su soledad aparente.



Autora: Olga González Sobrín

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