¡Por favor, para! Porqué me atormentas, porqué me acosas así, qué te hice yo para que tenga que sufrir tus agravios.
He hecho todo lo que me pedías, dejé de visitar a mis padres, de ver a mis amigos, ya no visto como antes, cubro mi cuerpo de tal manera que no se vea mi piel. No hablo con los compañeros de trabajo, voy y vengo del trabajo sin hacer paradas. Y hoy dejé mi trabajo como tú querías.
Dices que me amas, que haces todo esto por mi bien, que soy lo más importante de tu vida y tus palizas son por amor.
Me mantienes encerrada en esta habitación y tus gritos me acosan incluso cuando tú no estás. Me tapo los oídos para dejar de oírlos y nada impide que taladren mi cerebro: "Te quiero, perra, perdóname, ¿por qué lo miras?, zorra, te amo, eres mía, no te pongas eso, no salgas, eres un cielo, burra, esto sabe asqueroso, eres tonta, lo siento, fuera, me das asco, no quería pegarte..."
Siento pánico cuando te oigo abrir la puerta y no puedo huir, no me puedo esconder porque me encontrarás y volverás a pegarme.
¿Quién soy? Ya no me acuerdo. Sé que algún día yo sonreía, era feliz, me sentía protegida en mi hogar, tenía el cariño de mis padres y el afecto de mis amigos, pero todo eso parece tan irreal, un sueño que tuve una vez.
Siento que me muero, mi cuerpo está dolorido por los golpes que él me da, las heridas cicatrizan unas sobre otras y no hay espejo que sostenga mi mirada porque esa ya no soy yo.
¿Cómo he llegado a esto, cómo nadie me busca ni nadie me ayuda? Estoy sola ante este animal que un día prometió darme la luna y hoy solo me hace ver estrellas.
Grito y grito. ¿Es que nadie me oye a través de estos muros? Lloro desconsolada y atemorizada ante su presencia. Tengo miedo de que un día, en una de sus palizas acabe con mi vida.
Nadie oye mis gritos, nadie me auxilia, nadie me recuerda. Y aquí sigo atormentada por las palabras de desprecio de aquel que un día me dijo que me amaba.
Nadie oye mis gritos, nadie me auxilia, nadie me recuerda. Y aquí sigo atormentada por las palabras de desprecio de aquel que un día me dijo que me amaba.
Nadie oye mis gritos, nadie me auxilia, nadie me recuerda y aquí sigo atormentada por tus palabras que me enloquecen en mi soledad, de aquel que un día me dijo que me amaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario