jueves, 23 de enero de 2020

La camarera




Llegaba caminando, ágil, sensual, con una sonrisa que iluminaba su rostro, la pequeña damita llegaba a trabajar.

A su paso, miradas la seguían, su melena rizada ondeaba al viento, esa calidez y ternura en su mirada, su gracia al andar.
Su bello vestido cambió por su uniforme pero su elegancia, su sensualidad, no perdía.
Se puso tras la barra y su mejor sonrisa al frente, y la bella dama empezó como todos los días, a faenar, alegrando los corazones de quién allí se acercaba.




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