jueves, 23 de enero de 2020

Caminaba sola



Caminaba sola, acariciada por los rayos del sol que se colaban entre las ramas. Aquellas hojas verdes habían dado paso a los colores otoñales. 
Abrazándome a mí misma, caminaba por el sendero, meditando y sintiendo en mi piel la caricia otoñal. Evocando los recuerdos de los paseos bajo los rayos de un sol fuerte y a la sombra de frondosos árboles. Momentos de felicidad, sonrisas, abrazos y besos, junto al amor. Un camino que nos llevaba a un destino, cuyo final no se veía.
Abrazándome más fuerte y siguiendo mi camino, bajo los colores otoñales, intentaba dejar los recuerdos y levantaba mi mirada, buscando en el horizonte un nuevo sol, nuevas posibilidades.
Caminaba despacio pero con pasos firmes, dejando el pasado atrás, cicatrizando heridas abiertas en el corazón, como esas hojas que caían a mi paso cubriendo grietas como un bálsamo, para dar paso a la curación que buscaba con anhelo.
Y seguía avanzando, recorriendo aquel camino que tiempo atrás fue felicidad, sintiendo pinchazos en el pecho recordándolo, para luego sacudir la cabeza y apartarlo de mí. El destino jugó conmigo, mas no consiguió que dejara de ver la belleza que me acompañaba en el camino. Los cálidos rayos acariciaban mi rostro levantando mi barbilla, rozando mis labios e iluminándome las mejillas. Seguí floreciendo, tenía todo un mundo por conquistar.


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