Me eché a la mar con mi velero, buscando sueños, agarrada al timón, siempre mirando el horizonte. Durante el día el sol. En la noche las estrellas. Mi corazón seguía una llamada desde la lejanía, que cada vez se oía más fuerte según me acercaba. Latía más rápido, bombeando vida. Mis piernas temblaban al igual que mis manos, mi mirada se perdía a lo lejos, buscando su destino. Miles de sensaciones recorrían mi cuerpo. No estaba sola, sentía su presencia: un soplo en mi oreja, un beso en mi cuello, una caricia en mi mejilla..., y yo inclinaba mi rostro, para sentir la mano del viento. Sólo pensaba en llegar, en refugiarme en la calidez de los abrazos que me esperaban.
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