Tumbada sobre la cama la bella joven dormía. Él se acercó silenciosamente llevando una rosa en su mano. Con delicadeza acercó la flor al rostro de la joven y acarició con ella su rostro, recorriendo sus mejillas, su ojos, sus labios...
El cosquilleo y la fragancia de los pétalos hicieron que ella despertara. Abrió los ojos lentamente. Una dulce sonrisa iluminó su rostro al comprobar que él había vuelto a su lado.
Él se reclinó sobre ella. Se fundieron en un abrazo que estalló en deseo. El abrazo cesó para dar paso a las caricias, a los besos en los rostros humedecidos por lágrimas de alegría.
Tal desbordamiento de emociones culminó en una noche de amor.
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