¿Qué haces cuando amas a alguien y no puedes estar con él?
¿Qué haces cuando tus pensamientos sólo son suyos?
¿Qué haces cuando no puedes dormir pensando en él?
Nadie se espera que amar sea así de difícil. Cuando crees encontrar a alguien que merece la pena, que deseas luchar por la relación, pero las circunstancias de la situación hace que uno de ellos se sienta presionado. No sirve de nada pelear, porque todo se convierte en un imposible.
Te enamoras con tal intensidad, que sientes que te falta el aire cuando no sabes de la otra persona. Tu cabeza empieza a imaginar cosas, y sí, te hace que tu vida diaria se desequilibre, que puedes llegar a enfermar.
Te implicas tanto que olvidas de tu propia existencia. Sientes dolor cuando compruebas que ya todo se acabó, que ambas vidas han iniciado distintos rumbos y no hay vuelta atrás.
Tu corazón está herido, se rompe, te sientes culpable porque crees que lo has acosado, o presionado, o quizás demasiado impulsiva, que haya hecho que se planteará que todo iba demasiado rápido.
Te lo piensas y compruebas que puede ser cierto, pero para eso, existe el diálogo, porque es algo que se debe hacer entre adultos. No se puede uno esconder tras una cortina y escapar de ese error que se cree haber cometido.
Realmente, cada ser viviente es un mundo, cada uno tiene su personalidad, que trabajándose se puede corregir, pero no podemos cambiar a nadie, ni obligar a que se te quiera, ni a tenerlo prisionero en una relación.
Hay muchas maneras de hacer frente a un problema, aunque los de corazón son tan profundos, tan diferentes en el sentir, que cuando vienes viviendo en una nube y te caes de golpe de ella, el castañazo es tan tremendo que todo se desmorona a tu alrededor. Buscas respuestas que no encuentras, vas descubriendo cosas que te hacen que tu herida se haga más grande. Al final, cuando compruebas que no hay solución, que tú lo amas pero ya no es correspondido, empiezas un proceso de sanación, pasando por momentos donde no cesa el lloro, es incontrolado. Canciones que te recuerdan a él, conversaciones que llegan a tus recuerdos, claves que teníamos en secreto, y empiezan tus lloros de nuevo. Quieres seguir con esa cura, pero sigues esperando un milagro que no llega, volviendo a herirte una vez más, por una esperanza que te queda en ese corazón roto.
Pasa el tiempo, sigues sin saber, te sientes más decaída. Entonces, decides huir, desaparecer e intentar olvidar algo que no puedes quitar de tu mente y corazón. Siempre está presente. La única solución es dejar pasar el tiempo, aprender a quererte, a no ser tan impulsiva, tan entregada sin ser correspondida en la misma medida.
Lo sigues amando, sigues esperando pero el silencio te dice que debes seguir tu camino sin esperarlo. Pensar que fue un sueño muy bonito mientras duró.
Sólo queda olvidar, olvidar y olvidar.
Autora: Olga González Sobrín
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