Acurrucada en un rincón me mira desconfiada, con miedo, con vergüenza tal vez.
Pequeño corazón, que tan pronto sufres las penalidades de la vida por nacer en la pobreza.
Víctima de nacer en el país o en la familia incorrecta, invisible niña sometida a las mayores penalidades.
Levanto mi voz clamando a unos padres inexistentes. Llorando acerco mi mano y le doy mi auxilio.
Temblando me agarra, no puedo más, la recojo en un abrazo, envolviéndola en ternura. Me mira asombrada y sus pequeñas manos se agarran a mi cuello.
Ambas nos fuimos en busca de una solución a su penuria.
Autora: Olga González Sobrín
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