martes, 10 de marzo de 2020

La Navidad de George

Eran sus segundas navidades aunque podríamos decir que serían las primeras que realmente viviría. Subieron las cajas con los adornos y el pino. El niño aplaudía y gritaba todo emocionado lanzándose sobre ellas, su cara era un poema lleno de emociones, enterraba sus manitas entre cintas y bolas, las cogía y las lanzaba riéndose sin parar. Aquellas cosas que brillaban le atraían tanto que no se movía del lado de las cajas.
Adornaron el pino con su ayuda, en la casa sonaba música navideña, él corría de un lado a otro todo feliz. Decoraron el resto de la casa con él correteando entre sus piernas, sus ojos no salían de su asombro ante toda aquella atmósfera que se respiraba.
Y sus sorpresas no quedaron ahí. Cuando lo abrigaron y salieron fuera a pesar de la negativa del pequeño, que quería permanecer dentro, sus padres le sorprendieron de nuevo, vaciando las cajas con más cosas brillantes que le hicieron olvidar su rabieta.
Decoraron la fachada con luces de colores y adornaron la puerta. El pequeño George se sentó en la escalera, admirando y experimentando con todo aquello.
Cuando llegó la noche, encendieron las luces ante la maravillada mirada de George. Y para que sintiera más el espíritu navideño, decidieron recorrer las calles de la ciudad, todas iluminadas, con aquellos escaparates llenos de adornos y figuras, que hacían la noche mágica para é. Y esto sólo fue el comienzo de la magia de la Navidad para George.


Autora: Olga González Sobrín

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