viernes, 6 de marzo de 2020

Amigos para toda la vida

- ¡Hola Rosa! Creí que no ibas a venir. Me he escapado como siempre para verte. No sé qué les pasa a los mayores, me tratan de una forma rara, están muy tristes. Y mamá lleva todo el día llorando, intentando esconderse para que no la vea así. Me abraza y me dice que me quiere mucho.
Ayer y hoy quise ir a buscarte para ir a jugar pero no me dejaban. No saben que he ido a tu casa pero nadie me abrió. No estabas.
- No te preocupes, Toni. Yo siempre vendré a verte cuando tú quieras. Somos amigos para toda la vida. Y ahora juguemos un rato.
La tarde corría y Toni cansado se despidió de su amiga Rosa hasta la tarde próxima.
La mañana se hacía eterna, miraba el reloj para irse a jugar con su amiga.
Aunque era pequeño, comprendía que algo ocurría, su mamá se la veía triste. Se abrazó a ella y le dijo cuanto la quería. Le apretó tan fuerte que tuvo que quejarse para que le soltara.
Le dijo que salía a jugar con Rosa, que habían quedado ayer. Ante su sorpresa, la mamá empezó a llorar más y lo abrazó contra su pecho. Le habló que su amiga que se había puesto malita y se había ido al cielo. Le grité que era mentira, que estuve con ella ayer, que jugamos juntos. Pero no me creía y me escapé.
-Rosa, mamá se ha vuelto loca, me dice que te has ido pero ¡estás aquí! He venido corriendo con tanto miedo de que fuera cierto, que te fueras sin mí. Eres mi mejor amiga y hemos jurado que para toda la vida. No entiendo porqué me ha querido engañar haciéndome tanto daño. Tienes que venir conmigo para demostrarle que es mentira.
Rosa se puso triste, me agarró la mano y me miró.
- Toni, es cierto lo que ha dicho tu mamá. Pero no me iré de tu lado, estaré siempre contigo. Nadie me puede ver excepto tú. Todo es diferente, no tengo ni frío ni calor, no tengo miedo a nada, ni a la noche. Sólo estoy triste por mis papás, no cesan de llorar, me acerco a ellos y les digo que estoy bien pero no me oyen. No sé como explicarles que no se preocupen. ¿Puedes ayudarme tú?
Juntos se dirigieron a su casa, llamaron a la puerta y abrió su papá, que al ver al amiguito de su hija, se derrumbó y empezó a llorar. Toni se abrazó a él y en esto, salió la madre, no pudo contener las lágrimas y se unió a ellos. Cuando se soltaron, Toni les habló de Rosa, que estaba con él, que estaba triste por verlos así, que no sentía dolor; incrédulos ante sus palabras, le regañaron, pero él les contó cosas que sólo ellos sabían, cosas que habían hecho y nadie estaba. Allí empezaron a creer, su rostro se iluminó de paz, aunque su dolor por la pérdida los acompañaría el resto de su vida. El saber que estaba bien y los cuidaba, alivió su pena.
Toni se despidió de ellos y se fue con Rosa a jugar. Día tras día, se reunieron, nunca fallaron a la cita. Su niñez transcurrió así.
Pero según iba creciendo, haciéndose más mayor, la magia aquella que tenían se fue desvaneciendo. Hizo otros amigos, tuvo otras batallas, se enamoró, se casó. Aunque ella siempre estuvo a su lado manteniéndose en su promesa. Lo visitó siempre en sus sueños y por muchos años que cumpliera, en ellos siempre eran niños.
Rosa veló por él, se convirtió en su ángel guardián y como una sombra se mantuvo a su lado. Y Toni lo sabía, la sentía, no sabía explicarlo pero ella estaba allí, manteniendo su promesa hasta el final de su vida.


Autora: Olga González Sobrín

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