Ahogada de la vida, sin ganas de luchar, tiré la toalla cuando no podía más.
Sumergida en la oscuridad de las aguas, él me sujeto, me agarró de la cintura y emergió conmigo. Yo me dejé llevar, y mientras subíamos a la superficie, notaba su corazón acelerado e imaginé su susto.
Me llevó a la orilla, sus ojos lloraban, me empezó a besar el rostro y me dijo: "no estás sola, yo estoy contigo". Y yo no pude más y me eché a llorar en su regazo, me abrazó fuertemente, me besó con ternura.Ya no estoy sola, tú estás conmigo.
Autora: Olga González Sobrín
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