Hay días en los que me siento lejos de todo y me aíslo con mis recuerdos, con el corazón roto por la soledad que me envuelve.
Esos días me levanto por las mañanas con un gran peso en mis entrañas que me ahoga y me hace sentir triste.
Días pasados que vuelven a mí mostrándome la huella que dejaron. Y siento la necesidad de llorar y llorar hasta echar fuera el dolor que me ahoga.
Las horas transcurren lentas. Hago mi rutina diaria, arrastrándome de un lado a otro. Intento comer, pero una pared invisible no permite que pase nada. Como un fantasma me muevo por la casa, recorro cada hueco buscando lo imposible: un pasado desaparecido que solo se encuentra en mis recuerdos.
En esos días que no soy yo misma, solo pena llevo en mi alma. Añoro a mis seres queridos que ya no están conmigo. Me siento y los evoco. Las lágrimas caen por mi rostro sin poder evitarlo.
El día se hace eterno en la triste soledad que me invade. Solo la noche logra calmar mi dolor. Dormiré hasta que el amanecer me salude mostrándome un hermoso día. Y así volveré a ser yo misma otra vez.
Autora: Olga González Sobrín
No hay comentarios:
Publicar un comentario