Ojalá fuera así de fácil, que todo aquello que nos hiere: malas experiencias y dolorosos recuerdos, se los llevara el viento como esas miles de hojas que caen.
Ojalá dejara sólo los dulces recuerdos, las bonitas experiencias que sirven para enriquecer la vida.
Ojalá se llevara heridas abiertas o cubriera con hojas, para aliviar penas y avivar las alegrías.
Ojalá que este otoño sea una nueva puerta, oportunidad, aventura o experiencia. Pero en ti y en tu corazón está la decisión de abrir los ojos a un nuevo amanecer, a la alegría, a la motivación. Sólo uno mismo tiene la capacidad de resurgir de las cenizas y de avanzar en el camino.
TÚ y nadie más, ¿a qué esperas?
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