viernes, 31 de enero de 2020

Caminando cada mañana

Me despierto en las mañanas, solo, ojeroso y sin reconocer la imagen que devuelve el espejo. Me aseo, como algo y salgo a la calle en busca de tu recuerdo. Voy a aquel callejón y sigo calle arriba, giro a la derecha para sentarme en el banco del parque donde, cogidos de la mano y nos contábamos nuestras cosas del día. Miro alrededor y veo cómo juegan los niños, alguna mamá regañando a su pequeño, matrimonios paseando, y más allá, casi escondidos, dos enamorados. Sonrío. Me levanto y prosigo mi camino.
Arrastro mis pies como si cadenas llevara. Siento mi cuerpo pesado, noto cómo se va mi vida y no puedo más. Cojo el camino que me lleva hast donde reposasRetiro las flores secas, limpio el polvo y deposito unas rosas rojas que cogí en el camino. Con esfuerzo me arrodillo y beso tu foto, te hablo como todos los días. Siempre me escuchas, tus ojos parecen mirarme y los beso suavemente. Pero hoy es distinto, me siento más cerca de ti, noto esa paz que anhelaba  tanto. Y de pronto, una mano se posa en mi hombro, me giro y mis ojos se abren ante la sorpresa de verte aquí, a mi lado. Me das la mano, me levanto y me abrazo a ti. Me giro y veo mi cuerpo recostado en tu tumba, sin vida.

¡Has venido a por mí! Te beso y nos vamos felices, juntos para siempre. 



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